SER LÍDER SOCIAL ES RECUPERARSE Y AYUDAR A SANAR
Las historias de personas que han
vivido la guerra son muchas, evocar el pasado suele ser doloroso y complejo,
sin embargo algunos cuentan cómo han sido estas experiencias que marcaron sus
vidas y le dieron otros rumbos a su futuro, dejando ver detalles que tocan el
corazón de todos, pero sobre todo que causan admiración cuando ellas eligen ser
parte del cambio, convirtiéndose en líderes sociales.
Una de las tantas historias es la
de María una mujer cabeza de hogar, una luchadora que venció las amarguras del
pasado y hoy representa a cien núcleos familias que han sido desplazados por la
guerra. En el año 96 parte del municipio de Valencia, Córdoba y llega a Santa
Cruz de Lorica. Aquella mujer joven, madre de tres hijos y esposa, abatida por
un desplazamiento forzado por parte de la familia Castaño; se vio obligada a
salir de su hogar en 24 horas, dejando atrás absolutamente todos sus enceres y
tristemente la crisis desunió para siempre su hogar.
María con los ojos llenos de
nostalgia cuenta un poco de esa dura parte de la vida que le tocó enfrentar,
instante en que baja su mirada, pero rápidamente recupera su postura al saber
que ya eso hace parte de un mal tiempo que no volverá. Dejando ver unas cuantas
canas en su cabeza, retrata que la Lorica del año 96 era conocida como un
remanso de paz, un pueblo que no conocía la maldad de la guerra y llegar no fue
tan fácil después de todo, pues se le hizo complejo conseguir apoyo de las
personas, ganarse un respeto, darse a conocer; cuenta, que los moradores en
ocasiones confundidos, los tildaron de paramilitares o guerrilleros, ellos
superaron ese nuevo obstáculo para hacerse ciudadanos dignos y posterior a ello
subsistir.
“Cuando llegamos a Lorica solo
teníamos la ropa que traíamos puesta, trabajaba realizando oficios en casas de
familia para ganarme de comer, mi esposo se ganaba mil pesos diarios en una
panadería y pagábamos una habitación que tenía un costo de 17 mil pesos, los
hijos mayores tuve que cederlos, uno a mi madre y el otro a mi suegra, pues no
les conseguí cupos para estudiar en los colegios, hasta el año siguiente que
los pude matricular”.
A la sombra de su pasado hay muchos
momentos de los que no quisiera tener recuerdos, uno de esos, fue sufrir una
violación por tres integrantes del EPL, cuando era profesora de primaria en
Jaraguay, a sus 31 años, no hace falta describir sus manos llenas de impotencia
y su voz ronca un tanto entre cortada por los suspiros para entender que se
trata de un hecho completamente agreste y oscuro, como también todo el
hostigamiento que padecieron sus familiares cercanos, que hace parte de esa
dolencia.
Cuatro años más tarde al haber
partido de su tierra natal, en el año 2000, llega a Lorica por mediación de un
grupo de estudiantes Pastoral Social, en voz de alivio narró el
descubrimiento de esta grata ayuda; “ellos nos hablaron de la ley 397 y
conocimos los derechos que tenemos todas las personas en condición de
desplazamiento o de víctima, así pudimos empaparnos del tema para gestionar
recursos, sobre todo acceder a nuestros derechos, como a la educación y a
vivienda, en 2002 hice la inscripción en el SISBEN con mi núcleo familiar, así,
mis hijos y yo logramos obtener el derecho de la salud”.
La llegada de ese grupo de
estudiantes también tuvo otros frutos, pues le ayudó a capacitarse en cursos
del SENA, en arreglo de uñas, de cabello y un curso de ropa
interior, este último la inspiró a aprender a coser a mano y luego vender los
interiores que hacía, en la zona rural por medio de una amiga. Así ahorró un
capital suficiente para comprar su primera máquina coser y con eso pudo
emprender a ser independiente y a superar lo que pasó viviendo en Valencia.
Asintió, diciendo “gracias a eso, la gente se dio cuenta que no éramos personas
malas, sino que fuimos atropellados por gente muy mala”.
Con los beneficios que se adquieren
por medio de algunos organismos, varios líderes sociales volvieron a su lugar
origen, dejándola a ocupar el lugar de ellos como líder para el año 2008; pero,
para poder acceder a los beneficios, debían estar organizados y así poder gestionar
sus derechos como ciudadanos.
Su trabajo como líder es mantener
contacto con todos los núcleos familiares, quienes se reúnen con constancia
cada 15 días, dos veces al mes, da gracias a la ley 1448, que los
favorece; pero, aun así, insiste que ha sido en gran medida su propio esfuerzo
el que ha llevado a salir adelante a todos estos hogares. Fortalecida menciona
que siendo líder pudo sanarse y al estar recuperada se determinó a ayudar a
otros por medio de la atención psicosocial, a través de la Unidad de
Victimas y la Secretaría de Salud, para entonces el SENA brindó
una capacitación en panadería, donde junto a un grupo de 25 personas, crearon
una unidad productiva que actualmente le da para subsistir.
Detalló que al ser víctima y
llevarse a cabo el proceso de paz vislumbró la posibilidad de no sentir rencor
y confiesa entender perfectamente, que algunos están resentidos y llenos de
odio al saber que estas personas que delinquieron, reciben ciertos beneficios;
pero así mismo, insta dar un mensaje de apoyo a todos los que han vivido esa
guerra. “Personalmente yo me siento libre. Liberada de sentir resentimiento
hacía esas personas que nos causaron tanto daño, y me siento capaz de ayudar a
otros grupos de personas… le digo a todas, que tengan fortaleza y fe. A todo
esto que pasó, sí somos capaces y se puede superar, muchos lo hemos logrado, lo
económico jamás se recupera o el familiar que murió o desapareció, pero tenemos
nuestra vida, hay que seguir y debemos darle gracias a Dios por que la tenemos
y hemos podido sacar adelante a nuestros hijos. Todo es posible, con múltiples
ayudas podemos salir delante poco a poco”.
Hoy por hoy se siente orgullosa de
sus hijos, quienes terminaron su bachiller e hicieron cursos en el SENA, puesto
que no tuvo la fuerza de inscribirlos en una universidad, pero son empleados
gracias a cursos que realizaron, ya independientes tienen sus propias familias
y han salido adelante.
María ha vuelto a su tierra desde
hacen 3 años, empezó desde el 2016, luego al año siguiente y este año, 2018, en
el mes de mayo para visitar a su madre, deja muy en claro que ha ido con mucho
temor, porque ya el caserío no es lo mismo, las que eran sus amistades
partieron hace mucho tiempo y el vecindario se llenó de nuevos colindantes que
desconoce, haciéndola sentir como una extraña en el pueblo.
Para resaltar ha manifestado el
gran interés que tiene en seguir siendo líder social para recuperarse y ayudar
a sanar a otras familias. “Los líderes sociales estamos actualmente con mucho
temor, pero no renunciaría a dejar de serlo, quiero seguir con esta labor que
hizo recuperarme. Estamos en las defensas de todos, si no lo hago, muchas
personas que no conocen y que están sumergidas en el miedo y en el pasado, no
van a poder superarlo. Todos los lideres tenemos que demostrar que no hay que
tener miedo, que podemos salir a delante”.
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